Terminantemente prohibido pasar por alto las andanzas de Dick Grande, mítico personaje de ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! Su autor, Patxi Irurzun, deja claro al personal que humor y transgresión no están reñidos con la buena literatura. Eutelequia.
David Benedicte, en XL Semanal
-Humor, guarrería y mucho punk y rock and roll: Patxi Irurzun, que nos presenta su novela "Oh Janis, mi dulce y sucia Janis", las disparatadas, hilarantes, sórdidas, ácidas memorias de un perdedor que acaba convertido en estrella del porno, funda el movimiento porno-rock radikal vasko y hasta financia a una guerrilla maoísta sin saberlo. Una novela cachonda en todos los sentidos en la que además se arremete contra los "fachas mentales" y los estamentos más rancios de la sociedad.
Javier Gallego en Carne Cruda (Radio 3)
-Lean esta novela que les asegura un buen rato de risas, erotismo y hasta poesia. Irurzun sabe caminar con maestría entre lo soez y la ternura para dar forma a un personaje entrañable con visos de convertirse en leyenda
-Me he reído un montonazo pero además me ha interesado mucho la historia, que de trivial no tiene nada. Creo que es mucho más que una novela humorística (...) Tamaña irreverencia en la que no se adentrarían jamás unos cuantos de "nuestros irreverentes" profesionales.
José Luis Moreno-Ruiz
-"Un libro de los que dejan huella: audaz, subversivo, explícito y peculiar (...) Mezcla el humor negro con el delirio sexual, los viajes de aventuras con la vida del pueblo donde a uno lo nacieron, un burlesco relato escrito con una prosa franca y sugerente".
Kike Turrón en 'Cuadernos hispanoamericanos'.
Un personaje irreverente, divertido, cachondo, un salido mental, pero que nos hace sonreír y hasta reír a carcajadas.
Laura González en 'Todos somos sospechosos' (Radio 3)
-‘¡OH, JANIS, MI DULCE Y SUCIA JANIS! Memorias de una estrella del porno (amateur)’ no necesita poster desplegable de la chica del mes. El escribidor se sobra con su facilidad para dibujar personajes de carne y hueso. Ahora es el turno de la piel tostada y los flujos corporales. De los besos húmedos y la carne caliente. Del semen y de la animalidad disparada. De la crítica descarnada. De la risa cabrona. Ese Patxi. Valiente.
Josu Arteaga
-El Patxi más furioso no deja títere con cabeza. Como en los buenos tiempos.
-Animal, fusil, metralleta, zanahoria, boa, pepino gigante, escobón, buzo
con su cremallera, blakandeker, pitón que se me había desenroscado
desde la raíz de los testículos al centro del pecho, salchicha, minga,
halcón majestuoso, polla desproporcionada como el taxímetro que el enano
había puesto en marcha para cobrarle la carrera a mi negrita, morcilla,
pito como un tablón, a manguerazo limpio, un fresón con su propio y
palpitante corazoncito, cohete, Arco de Triunfo, ciruelo, Obelisco,
serpiente, rabo de lagartija, churro, alcachofa, tipi indio, batidora,
AK 47, chupachús, trabuco, chorizo de Pamplona, brocha gorda, diamante
luminoso, locomotora de vapor, toro embistiendo el burladero…
-Por momentos, con este libro he tenido la sensación de estar leyendo un cómic antes que una novela. Ello es así, primero, por el corte de la historia, las aventuras y desventuras de un pobre currela navarro que de un día para otro se convierte en una especie de estrella del porno especializada en ambientes exóticos. Y segundo, y sobre todo, por el estilo literario de Patxi Irurzun, un tipo no sólo con buen pulso narrativo, sino dotado con gran talento para transformar la realidad en algo deforme, un dibujo grotesco donde no falta la caricatura, la hipérbole, la casquería, la sordidez y el exceso.
-¡Oh, Janis... es una novela muy imaginativa y desternillante en la que su autor ha logrado convertir en literatura todo el cachondeo y la irreverencia de las páginas de El Jueves
José Ángel Barrueco
-Su arranque no desmerece de los clásicos de 'El Guardian entre el centeno' o 'Cien años', y mejora a cada página.
Jorge Nagore
-Esto es como el territorio mágico pero circunscrito a una polla. Vamos, lo de Faulkner con Jopatapauta y Benet con Región lo hace Patxi con Pamplona y una polla. Ver Pamplona en una polla. Seguramente nadie lo había hecho antes que él.
Lector mal-herido
-'¡Oh, Janis' es una novela ácida, llena de humor (con situaciones tronchantes) y de mala hostia donde el autor arremete contra todo y contra todos, dando estopa a diestro y siniestro, a la Iglesia, a los periodistas, a los políticos, a los biempensantes, a las mujeres, a los hombres, a la revolución cubana y a sus iconos, a la burguesía y al proletariado, a la kale borroka. 'Oh, Janis' es una novela «seminal, repleta de pajas, de sex-shops, de putiferios, de muñecas hinchables con rostro de Margaret Thatcher, de prodigiosas prostitutas orientales que fuman con el culo o abren cervezas con el coño, de travestis, de escarceos sexuales de todo tipo, de guiris adinerados pagando a niñas, de pelis porno (amateur) de nombres imposibles y argumentos delirantes: Las corridas de Pamplona, París bien vale una picha...»
Diario Vasco
-Estamos hablando de Patxi Irurzun. Y Patxi no deja indiferente a nadie. Posee la mejor mala leche de la literatura española. La prosa más fluida y demoledora, esa que engancha con una sonrisa y cuando quieres darte cuenta sigues sonriendo al intentar quitarte de encima los escombros y cascotes del sistema que ha derribado con su blankandéker. Nadie queda en pie ante su verbo. Posee esa virtud que solo Céline profesaba al incomodar hasta el paroxismo a una sociedad encerrada en las murallas de su ombligo.
-Tengo que reconocer que no he parado de removerme de mi asiento, de retorcerme las tripas. Sí, primero de risa, en algunos casos a carcajada limpia, y ya luego de puro gozo por el espíritu provocador, tocapelotas, subversivo y a ratos también sinsorgo que te cagas, que anima toda la novela
-La lectura de este libro se torna voraz, necesaria para comprender y seguir respirando, imprescindible para acunar los sueños lascivos y despertar deseos sordos. (...) Tan sólo os suplico que os pilléis este libro y lo devoreis sin miramientos, hacerlo por la hipocresia que nos rodea, por la necesidad del sexo y la obsesión por ocultarlo, por lo cotidiano que siempre huele a rancio, pero, sobretodo, hacerlo por vosotros y por vosotras.
-Patxi Irurzun es uno de los renovadores de la narrativa española de los últimos años, practicante e introductor del realismo sucio. Desde un alma de vocacional fanzinero nos entrega una nueva novela ¡Oh Janis, mi dulce y sucia Janis! , un libro sobresaliente (...). Apartado de cualquier conato de puro anecdotario, el texto de Patxi Irurzun es un dietario emocional, una novela de viajes trash, un libro que se lee con una sonrisa en la boca (e imagino, por lo preciosista de las descripciones, con una sola mano), disfrutando.
-Siempre había pensado escribir una novela en la que Iruña cobrase el protagonismo que se merece. Patxi Irurzun me ha ahorrado el trabajo. '¡Oh Janis, mi dulce y sucia Janis! Memorias de una estrella del porno (amateur) garantiza las risas amargas tan propias de esta gloriosa ciudad miserable
Carlos Erice
Un libro que se devora, facilitado por un lenguaje sencillo, con muchos tacos y frases comunes, un cachondeo contínuo pero brillantemente escrito, pues desarrolla la difícil laborde entretener y encubrir una historia de amor, regando con lefa y fluídos varios una filosofíade la vida y sus habitantes sin que te des cuenta. Patxi es un antropólogo que sabe mirar y contarlo mucho mejor después. Y además, te partes la polla.
-Patxi Irurzun, el mismísimo violador de la palabra, o el chico malo de la narrativa, según se desee, vuelve a la carga (...) Además de unas valientes páginas cargadas de explicit lirics y de los correspondientes momentos llenos de hilaridad, esta entrega tiene también sus bambalinas. El compromiso del navarro es para con todo aquello que no es digno de figurar en el catálogo de unos grandes almacenes. Estamos hablando de gente corriente, nosotros mismos queriéndolo todo y lográndolo…, de vez en cuando. Pasen y vean.
Ángel González en la revista mexicana EN SENTIDO FIGURADO Reseña completa
-es mucho más que las aventuras guarras de un actor porno de grán polla, es la busqueda de uno mismo, el afán de escapar de la mierda de las calles y elevarse sobre la masa con la polla bien tiesa para eyacular sobre todos los cabrones de abajo que nos menosprecian y coartan.
Carlos Salcedo Odklas en 'Escritores sucios'. Reseña Completa
-Patxi aprovecha para realizar numerosos ajustes de cuentas, no deja títere con cabeza, desde los políticos (todos) de su Pamplona natal, al resto del mundo mundial (incluidos los de Bilbao). Deja en evidencia las miserias de todo dios, no se libra ni es apuntador, ni nosotros mismos cada vez que Patxi gira el espejo y nos deja desnudos antes nosotros mismos.
En los años 80, Dick Grande, un barrendero “heavy” de Pamplona se convierte accidentalmente en estrella internacional del porno. ¿El secreto de su éxito? Su privilegiada herramienta de trabajo (la “blakandeker”), sí, pero sobre todo su aspecto de hombre vulgar: tirillas y difícil de ver, cuando aparece en sus películas haciendo el amor con las mujeres más hermosas del mundo, los hombres solos, tristes y rotos creen que pueden ser como él. Dick Grande recorre los santuarios secretos del porno “amateur” —La Habana, París, Bangkok, Manila, México, D,F., …—, funda un movimiento musical (el porno-rock radikal vasco), financia involuntariamente con sus películas una guerrilla maoísta… Pero él también es un hombre insatisfecho, que sólo persigue desesperadamente el corazón de la mujer que le introdujo en el mundo del porno: la dulce y sucia Janis. Brutal y tierna, soez y poética, animal y, por ello, terriblemente humana, ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! no deja títere con cabeza y se convierte, bajo la apariencia de una novela de género (erótico) en un artefacto infalible para hacer reír a mandíbula batiente mientras una pantera resopla en nuestra entrepierna. Por fin una novela atrevida (que antes fue novela-blog y recibió medio millón de visitas), escrita a tumba abierta por un autor valiente para lectores valientes cansados de leer solapas de libros que nunca cumplen lo que prometen.
Patxi Irurzun (Pamplona, 1969), es autor de los libros de cuentos "La tristeza de las tiendas de pelucas‘, Ajuste de cuentos’, ‘Cuentos de color gris’, ‘Cuentos sanfermineros’, ‘El cangrejo valiente’ y ‘La polla más grande del mundo’, las novelas ‘Cuestión de supervivencia’, ‘Ciudad Retrete’ y ‘Odio enamorado’, el diario ‘Dios nunca reza’ y el libro de viajes ‘Atrapados en el paraíso’, sobre su viaje al vertedero de Payatas (Manila) y a Papúa Nueva Guinea. Ha escrito además varias biografías para niños (Beethoven , Franklin, Mozart... ). Cuentos y reportajes con su firma han aparecido en diferentes medios: El Canto de la Tripulación, El Europeo, Rolling Stone, La Jornada de México, Gara, Dominical, Mono Gráfico, Vinalia Trippers... Y ha ganado diferentes premios, como "El Viajero", de El País-Aguilar, el "Ciudad de Palencia", el ‘Premio a la creación literaria del Gobierno de Navarra’ o el ‘Francisco Yndurain’. Ha participado en diferentes antologías, como ‘Golpes’, 'Beatitud', ‘Viscerales’ o ‘Cuentos de fútbol 2’ (en italiano, idioma al que también se han traducido varios de sus cuentos). Junto con Vicente Muñoz ha coordinado el libro de homenaje a Bukowski, ‘Resaca/Hank Over’ y con Esteban Gutiérrez ‘Simpatía por el relato’. Fue editor del referencial fanzine literario digital Borraska. Es más feo que Picio, pero tiene novia y dos hijos, los tres guapísimos. http://ajustedecuentos.blogspot.com
(...) yo ya no sabía, no discernía la realidad de los sueños, estaba en el séptimo cielo, y este era una fiesta de un pueblo de la Ribera de Navarra lleno de chicas morenas que se reían en voz muy alta, que se ponían brazos en jarras para cantar una jota y de la boca les salía un pajarico mientras la falda blanca de tablas les hacía pinza justo en la raja del culo, un culo duro y respingón como un pan de pueblo, y en la blusa se les marcaban los pezones igual que nueces, chicas que te llevaban a lo oscuro y te daban besos con lengua que sabían a zurracapote, o te la cascaban, sin dejar nunca de reírse, mientras sus novios hacían recortes a las vacas, chicas que te hacían una mamada sin sacarse la polla de la boca, y repitiendo despacito el nombre de su pueblo, Fustiñana, Cintruénigo, Ribaforada...
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(...) mi polla era la polla de todos los muertos de hambre del mundo, de todos los enfermos y salidos, yo los alimentaba con fantasías, sanaba los carcinomas que habían hecho engordar la religión, la moral, el pudor, el rechazo, sí, mis películas interesaban a alguien, se convertían en objetos de culto, yo había nacido para eso, había nacido con ese don, aquella minga como una grúa, capaz de levantar toda la basura del mundo y arrojarla a la papelera (...)
***
Volví a buscarla la noche siguiente, y la otra, dejé de recorrer los sex-shop y de cantar en el metro, la acompañé bajo los puentes, a los descampados, se la metí por detrás mientras nos calentábamos en una fogata dentro de una casa en ruinas y dieciseis borrachas en el cofre del muerto se retiraban las telarañas de su coño, acaricié la cicatriz de su cabeza en un coche abandonado mientras le introducía un dedo de la otra mano en el culo y escarbaba toda su mierda acumulada en las tripas, mientras la oía gritar y cagarse en su padre, que la violaba con una botella de Ricard cuando solo tenía diez años, o tirarse pedos en la boca de su madre, que la quemaba con cigarrillos Gaulois para que amara ese dolor más que el de la polla paterna desgarrándole su ano núbil, la hice tragar fuego y lefa cada noche, hasta que pude conocer cada rincón de su interior, hasta que comprendí que, en realidad, la sangre con la que había pintado las paredes de sus cuevas era igual a la mía, a la de cualquier ser humano, la amé hasta que no pude más, hasta que no pude enfangarme más, hasta que supe que debía de guardar algo de luz y de calor para mí, hasta que aprendí a amarme otra vez a mí mismo, y solo entonces la abandoné como a una perra vagabunda, después de haberle pasado la mano por el lomo, quizás ahora Juliette tenga otra cicatriz en la cabeza, como la que se hizo arrojándose desde un puente cuando otro devoró también su corazón como si fuera un plato caliente, solo para no morirse de hambre y de frío. Y tuve mucho miedo, todavía lo tengo, incluso aunque me encuentre a miles de kilómetros de París, en Bangkok, en Manila, en México DF, de que sus ojos como lanzallamas vuelvan a buscarme, entre la multitud, para convertirme en ceniza.